viernes, 15 de marzo de 2013

Lo eligió Dios


Hacía tiempo no escribía por acá pero creo que los acontecimientos de los últimos días así lo ameritan. El pasado miércoles el Vaticano eligió por primera vez en su historia a un Papa que no es europeo, y todavía más a uno que es latinoamericano, y como si fuera poco a uno que es argentino.
Fuera de todo sensacionalismo, chauvinismo y todo tipo de reacciones que este hecho genera, a mí hay uno que me llama poderosamente la atención, y es que por un momento sentí que estaba viviendo en otra época, cuando a decir verdad por algunos días de mi vida pensaba que la humanidad estaba un poco más “acorde” al siglo XXI, pero sobre todo más aggiornada a los tiempos que corren con sus problemáticas y con toda el agua que ya corrió debajo del puente papal.
Definitivamente debo admitir que me equivoqué. Me tocaron vivir experiencias surrealista  en primera persona, como ver llorar a una persona, no tan mayor como usted piensa, festejar a otra más o menos como yo grité el gol de Maxi Rodríguez a México en el mundial 2006, y algunas más que no vale la pena mencionar. Ni hablar de la explosión nauseabunda de los medios y las redes sociales. “Dijo el papa: ahora sí, vayan a laburar”, “Que bueno un papa argentino, ojalá no sea como la presidenta!”, “Te guste o no te guste, este tipo es el argentino más importante de nuestra historia”, etc.
En fin, no sigamos porque no tiene sentido. Solo quería incluir estas impresiones para fundamentar algunas ideas que se me vienen a la cabeza, sobre todo dos. Vamos con la primera. Siempre me pregunté cómo se podía explicar que una persona que se dice “cristiana” (o sea que para algunos puede ser sinónimo de “creyente en la palabra de Dios”) se la pase diciendo “negros de m”, o se queje de los extranjeros en su país, o simplemente construya tan simplistamente un “nosotros colectivo” que excluía a tanta gente. Me daba curiosidad porque pensaba: “acaso no somos todos hermanos”, “acaso no somos todos hijos de Dios”?
También me quedé reflexionando en su momento, cuando tuve la posibilidad de visitar otras culturas donde te explican con tanta claridad de que allí la Catedral Metropolitana está erigida justo encima de un templo precolombino, o que allí los españoles se lo han llevado todo, han asesinado brutalmente, y tantas otras vivencias de aquel nefasto encuentro entre el viejo y el nuevo continente. Me sorprendía cuando esas personas que nos relataban su historia al mismo tiempo llevaban su rosario colgado en el cuello.
La segunda impresión tiene que ver con lo que pasó esta semana con la elección del Papa argentino. En esta lectura, yo puedo entender que haya gente que se alegre por un sentir nacionalista, que para algunos cause “orgullo” o para otros efectivamente implique la “emoción” de tener un nuevo y máximo representante de la Iglesia. Lo que a mí me cuesta horrores concebir es que efectivamente haya gente que haga de eso un hecho que se traduce en: “de verdad, a ese tipo que está ahí lo eligió Dios, todo lo demás no importa”. De ahí el “le guste a quien le guste” de muchos. En este sentido, yo no estoy afirmando que Bergoglio sea un demonio, y hasta podemos suponer que en su elección hay algo de “el mal menos peor”, que es jesuita, que se puso Francisco, que no usó los bordados papales en su primera aparición, etc. Pero me parece que hay hechos que fuera de todo subjetivismo, son empíricos: el tipo fue en contra de leyes que ampliaron derechos (matrimonio igualitario e identidad de género por ejemplo), miró para otro costado cuando otros dos cristianos como él  (Yorio y Jalics) fueron “chupados” por la dictadura, se convirtió en un referente de la derecha argentina más reaccionaria. Y ni hablar si nos referimos a la Iglesia católica como institución, desde la dudosa muerte de Juan Pablo I en su momento, hasta las incansables denuncias de pedofilia, o el curioso caso de ser una entidad con un banco propio cuestionado por ilícitos manejos de dinero, etc.
Por eso, y para ir cerrando, si usted está de acuerdo con que estos hechos sobre el nuevo Papa y la institución católica son datos “objetivos” no me mienta en la cara, no diga “lo eligió Dios”. En todo caso, asuma “lo eligió Dios pero de paso está bueno que sea argentino para que le meta presión a la yegua, y sus vínculos con la dictadura no importan porque total yo creo que en la teoría de los dos demonios”.
En conclusión, que quede claro que no me refiero a todos los cristianos. Se de gente fiel a sus creencias, que no necesita intermediarios, pero solo quería sentar mi posición de que  para mí es importante diferenciar religión (la fe en algo) de la institución (Iglesia católica),  porque si de algo sirve el nombramiento de Francisco, es para tener en claro que los papas son de carne y hueso, los eligen por algo en determinado momento y sobre todo, que la elección del Papa es un hecho político en sí mismo. Yo de religión se poco pero de seguro que todo esto que pasó esta semana poco tiene que ver con Dios. 

martes, 29 de noviembre de 2011

La piel que habito

¿Por qué ahora todas las películas están basadas en hechos reales? ¿Hace falta que así sea para que uno las valore más? ¿Es acaso posible que así sea? Seguramente que en el mundo de lo percibido, hay mil historias, hechos, o simples momentos que pueden ser narrados, contados y llevados a la pantalla grande. Pero a mi resulta inverosímil que así suceda en la mayoría de los casos y que haya que apoyarse en ese hecho (fáctico) para valorar o no una película. 
Por eso yo celebro la última obra de Pedro Almodóvar. Porque es un retorno a la ficción. Que podrá gustar o no, eso no importa, de hecho todo lo que uno hace merece una crítica y está bien si no gusta. Pero yo rescato la manera de contar, de construir un relato que contenga: lo bizarro, lo perverso, lo estético y lo dramático en una misma obra. Como puede una misma escena hacerte reir en el preciso momento en que está por enseñarte el talón de aquiles de su historia, que encima contiene un alto grado de dramatismo. 
Ese mérito por el cual lo asimilo con Woody Allen, esos tipos que crearon su propio género. Uno ve los primeros tres planos de sus películas y ya saben quien dirige dicha obra. 

No quiero agregar muchos datos más porque quisiera que la vean y la podamos compartir y comentarla. A mi modo de ver, es una gran película, no sólo por sus altísimos recursos estéticos sino por lo que su argumento expone, o mejor dicho, lo que -a mi juicio - intenta plantear. Claro que esto va por mi cuenta y quizás estoy lejísimo de acercarme a las intenciones del director. Pero tengo el derecho de preguntarme: ¿Qué pensamos cuándo nos imaginamos la fatídica posibilidad de que algún ser querido o humano cualquiera sufra una violación o un abuso sexual? ¿Qué dice la sociedad ante estos casos? Y por otro lado, ¿Dónde nace el placer de los mortales?, ¿sólo basta con pertenecer (biológicamente) a uno u otro sexo?

Me parece que estos interrogantes alcanzan y sobran para valorar La piel que habito. Y si así no fuera, valdría la pena hacerlo tan solo por su excelente guión, sus actuaciones y la forma de construir la historia. Esa sensación extraña que a uno le queda cuando aparecen los títulos y uno piensa: "no hacía falta decir más nada, no quiero saber la reacción de esa madre".