lunes, 11 de julio de 2011

¿Cómo hacer para que doña Rosa algún día se convierta en el hombre nuevo?


 Es cierto, sabido y re contra repetido que la objetividad no existe. Pero lo que aquí escribo será lo más lejano que jamás hayan leído acerca de aquella ingenua ilusión. Esto será sencillo: literal, pasional y hasta por momentos burdo.
Por estos días muchos pensamientos rondaron por mi cabeza. Vine hace poco de un viaje muy particular. También hace poco (depende desde donde lo miren) una mujer vino a martillar mis pocas neuronas vivas (?). Temporalmente en oposición a esto hace tiempo me cuestiono el lugar que ocupo en esta sociedad. Por eso durante un tiempo milité con gente a quien sigo frecuentando y con quien comparto muchas visiones acerca de la política, la histórica y la actual. Eso, como diría un gran amigo (de alguna manera) vino a movilizar bastante mis estructuras. Casi podría decir como nunca antes me había sucedido.
Es cierto, siempre fui un ser complejo pero estos acontecimientos que aquí les relato hicieron aún más porosa esa capa metonímica de sentido (?) que es mi personalidad. Así es que a pesar de estar ahora poco presente en las tareas militantes, aquella experiencia me llevó a estar en permanente contacto con las cosas que pasan en mi país. Frecuentar más los periódicos, hablar más con la gente que me rodea y la que no, fomentar la comunicación alternativa, y hasta crear este espacio narcisista para escaparle un poco al gigante de 5 x 8 horas semanales.
Así, en este marco descripto, recibí la pésima noticia, la bofetada seca a mi incredulidad de haber pensado que lo de ayer no podía pasar. Que la diferencia sería menor  y que el balotaje iba a dar una posibilidad de que los porteños condenen la pésima gestión de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires. No fue así. No será así.
Y después pensé…”por qué me preocupo tanto?” Si este país votó no una, sino tres veces a Carlos Saúl! De qué me sorprendo? Pero yo no me puedo desprender de esto. Yo no soy quien para salir a criticar esto como si yo no fuera parte de esto. Yo soy parte también de la misma sociedad que votó más a Javier Castrilli que al FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores). Y esto lo digo a conciencia de que también las lógicas de construcción política repercuten y mucho.
Pero claro, cómo no me voy a preocupar. Si en el texto que antecede a este yo manifesté que no era lo mismo que siguiera a que no! Qué votó la gente? Un voto castigo a la gestión de Cristina?  Y quiénes son los que la castigan? Los de la clase media? Me rebajo a los criterios más básicos y pragmáticos de la cuestión. Están muy incómodos económicamente muchachos? Yo vi Ezeiza lleno de gente lista para volver a Miami este verano y en el mes de abril, yo veo los comercios repletos de gente comprando mierda los fines de semana. Yo los veo cambiar el auto! Si, si perdí la compostura, lo se. Pero me saca la situación!
Yo critico al gobierno “nacional y popular” por no representar mis ideales, por representar una lógica histórica de construcción política aliada a los punteros, de la mano del gran capital, en contra de la libertad sindical, descuidando a los sectores más marginales del país, o solo haciéndolo con políticas clientelistas y paliativas. Pero ustedes clase media reaccionaria? Por qué la critican? Porque premian a este hijo de puta que ni siquiera les cumplió el mito de buen gestor. No voy a volver a decir todo lo que no hizo porque ya está en el otro artículo (*la política no es cuestión de mercado). Sólo quería descargar mi bronca.
Pensar en voz alta como construir política de base, desde abajo, buscar al hombre nuevo, y demás emblemas de la corriente de izquierda si el hombre de hoy vota en demasía a semejante aberración política? Entiendo, entiendo igual. Lo discursivo. Si es cierto, ya lo dije antes. Pino Solanas y Proyecto Sur hicieron todo mal desde las elecciones del 2009 a la fecha. Apostaron a la construcción personalista en vez de alimentar los caminos de base que allí se tejían (léase constituyente social por ejemplo). Y el FPV? Saben que la CABA es históricamente antiperonista (y ahora anti K) e interpelan al ciudadano diciéndole que voten al muñeco porque está con Cristina!? Por favor! Propuestas! Ideas! Critiquen la gestión del imbécil que hace agua por todos los dos. Al fin de cuenta, es un inepto bien rodeado que me termina haciendo pensar que a nivel de lo discursivo, del manejo de su imagen y del no debate, manejó muchísimo mejor las cosas. No quiso debatir más que en TN y eso la gente no lo ve! Se siguen quedando con que Filmus no fue!  Pero bueno a joderse! Así construye también el peronismo. Así lo hizo ni bien asumió Cristina pensando que se llevaban el país por delante.
Más allá de lo que suceda en octubre o lo que siga pasando en Argentina me preocupa, y mucho, desde donde seguir pensando el cambio social. Desde dónde plantearlo. A qué sujeto social le hablamos? Acaso tengo que pensar que Macri no solo gana por como manejó su campaña sino que él representa el discurso facho de muchos que se creen que los hospitales funcionan mal por culpa de la gente del conurbano? O el del conformista que dice que no hace los subtes porque el Gobierno Nacional no le da la plata?
En fin, creo que en líneas generales ya volqué lo que tenía ganas de volcar (?) Me quedan esas dudas y seguiré pensando desde que lugar participar para que esto no siga de esta manera. Se me ocurre que las comunas pueden ser un buen espacio donde hacer política. Es verdad, el PRO tiene la presidencia de las 15 comunas pero los barrios estarán presididos por juntas comunales (7 miembros) y esa composición hace que participen otras fuerzas y que el escenario se pueda volver más interesante. Habrá que ver que pasa pero por lo pronto participar de los consejos consultivos de cada barrio me parece que será un buen comienzo.
Dejo el análisis más político (?) para despedirme con lo banal, lo terrenal. Hoy fue un día raro. Leí casi todo. Me indigné con muchos comentarios y me alegré con pocos. Esto de las nuevas Tics altera más de lo que aporta al debate. Y entre tanto, discusiones, diarios, facebook, y demás menesteres, cuando se moría la tarde decidí llamar a la mujer de la que les hablé al principio. Estaba iniciando mi descargo telefónico cuando detrás de mí sentí correr un frío electrizante, algo no andaba bien en el ambiente. Volteé la mirada y el niño pródigo del gigante mediático avanzaba a mis espaldas cuando lo detuvo la obsecuencia de un empleado que convincente le ofreció su mano y exclamó: “Felicitaciones Mauricio!”. Ahí entendí todo.

viernes, 8 de julio de 2011

La política no es una cuestión de mercado


Siempre que uno dice lo que piensa se somete a críticas, a juicios, a apreciaciones valorativas y demás menesteres. Y si eso que uno manifiesta está en relación con la compleja temática de la política actual, el escenario se vuelve aún más ríspido.
Claro que no por eso uno va a dejar de cuestionar aquello que le resulte injusto, o simplemente digno de repudiar.
Por eso para algunos, de los que me siento parte, siempre las elecciones representan un brete importante, un pensar “qué carajo hacer con mi voto” (?) Por qué? Por dos razones. En primer lugar, porque muchos pensamos que la participación política o, mejor aún, las posibilidades de que un ciudadano se plantee vivir en una sociedad más democrática debería exceder, y por mucho, el hecho puntual de votar. Y en segundo lugar, a mi criterio el más importante, porque (desde que tengo memoria siempre fue así) votar se vuelve más engorroso cuando nuestras ideas o el proyecto político por el que quisiéramos pelear más a menudo no está representado o referenciado en una opción “electoral”.
La coyuntura política de Argentina ha sido y es desde 2003 un mapa bien difícil de descifrar. El kirchnerismo vino a reconstruir la hegemonía que la clase dominante había visto jaqueada en la crisis de 2001. Para eso tuvo que dar ciertas concesiones (muchas de ellas reclamos históricos del campo popular). En esta parte de la historia, que no pretendo analizar aquí en profundidad (por incapacidad intelectual y temporal) salieron a la escena política distintos actores sociales que, encuentran en la ciudad de Buenos Aires, su expresión más acabada.
Una ciudad que enfrenta cotidianamente a los más acérrimos defensores del modelo “nacional y popular” (enarbolados en sus estilos seissieteochistas)  con el prototipo de gorilón clase media que viene con la idea de “el gobierno no tiene oposición, entonces yo con mi voto voy a crearla o a permitir que el PRO la siga representando”.
Dicho escenario podría ser abordado desde distintas aristas. Pero yo prefiero recortar el campo en lo discursivo. La campaña para las elecciones del domingo tuvo un rasgo común a casi todos los candidatos. No hay propuestas! No hay modelo para esta ciudad! Mientras uno nos da la bienvenida el otro sólo pide el voto porque está alquilado con la “dama de honor”. Ah eso si! No nos olvidemos del tercero en discordia: mareado personalista entre en el (des)armado de sus listas, el frente progresista que nunca fue y las cámaras de los medios.
Ahora bien, como dije antes este escrito no pretende hacer un análisis exhaustivo de la cuestión. Es solo un descargo frente a la particularidad que vivimos quienes el domingo vamos ir a votar y no vamos a tener esa opción que tenga referencia en una construcción política desde las bases, desde abajo y que represente las complejidades (las debilidades también) pero sobre todo las potencialidades del campo popular.
Por eso, si bien reconozco que el voto no lo es todo también se que no es lo mismo que esté Macri a la cabeza de esta ciudad o que no lo esté. Se pueden elegir uno o mil motivos para NO dar lugar a su reelección. Desde sus procesamientos judiciales, hasta la UCEP metiendo palo a la gente que vive en las calles de la ciudad, hasta el desastre en los hospitales y escuelas públicas, etc. Hay cientos de argumentos para no hacerlo.
Pero hay uno que es, a mi juicio, el más importante. Para el campo popular no representa lo mismo que esté en la jefatura de gobierno Macri, que Filmus, que Solanas. Al gobierno de la ciudad así como está hoy no se le saca un tercer pliego para la construcción de un edificio para la facultad de Ciencias Sociales, ni planes sociales de ningún tipo, ni ninguna mesa de negociación salarial, ni tantos otros etcéteras.
Es cierto, a Mauricio Macri la gente no lo vota por ser de derecha, ni mucho menos por fascista. Lo votan porque le apunta a doña Rosa, te apunta a vos (?) que te sentís bienvenido, que en la foto de campaña te pone de espaldas y te dice  que “juntos venimos bien”.
De acá se desprende uno de los objetivos de este artículo. Si la gestión PRO ha sido por escándalo el peor mandato desde que la ciudad es autónoma, por qué hoy la intención de voto lo ubica a Macri como indiscutido ganador en las encuestas? Sobre todas las cuestiones, la que más prevalece o inclina la balanza es la razón discursiva. Al hecho histórico de ser una capital que le dio la espalda a las políticas peronistas, se le suma, a mi criterio, lo más trascendental: la cuestión discursiva! Mauricio (como le dicen los grandes medios), “va a estar bueno”, “juntos venimos bien”, y demás slogans son productos, al igual que su enunciador, propios de la publicidad. Son construcciones sociales. Lo que dice él lo puede decir cualquiera, “vos vecino de buenos aires”, “vos que pagás tus impuestos”, etc. Él vende un producto y algunos (o muchos) compran.
Por eso, quisiera cerrar estas líneas con la idea que fue fuente de inspiración y propósito. Mientras no tengamos referencia política desde la izquierda, pensada como un sujeto colectivo complejo, pluricultural, y representante de las ideas del campo popular y defensor de los derechos de los desoídos de siempre, votemos en contra de Mauricio Macri. No es lo mismo sino está y es muy grave si sigue estando. No sólo porque ni siquiera se cumplió su mito de “buen gestor” sino porque estaríamos comprando una vez más un producto digno de cualquier supermercado de barrio. Y para seguir comprando con los ojos ya tenemos demasiado, no?