viernes, 8 de julio de 2011

La política no es una cuestión de mercado


Siempre que uno dice lo que piensa se somete a críticas, a juicios, a apreciaciones valorativas y demás menesteres. Y si eso que uno manifiesta está en relación con la compleja temática de la política actual, el escenario se vuelve aún más ríspido.
Claro que no por eso uno va a dejar de cuestionar aquello que le resulte injusto, o simplemente digno de repudiar.
Por eso para algunos, de los que me siento parte, siempre las elecciones representan un brete importante, un pensar “qué carajo hacer con mi voto” (?) Por qué? Por dos razones. En primer lugar, porque muchos pensamos que la participación política o, mejor aún, las posibilidades de que un ciudadano se plantee vivir en una sociedad más democrática debería exceder, y por mucho, el hecho puntual de votar. Y en segundo lugar, a mi criterio el más importante, porque (desde que tengo memoria siempre fue así) votar se vuelve más engorroso cuando nuestras ideas o el proyecto político por el que quisiéramos pelear más a menudo no está representado o referenciado en una opción “electoral”.
La coyuntura política de Argentina ha sido y es desde 2003 un mapa bien difícil de descifrar. El kirchnerismo vino a reconstruir la hegemonía que la clase dominante había visto jaqueada en la crisis de 2001. Para eso tuvo que dar ciertas concesiones (muchas de ellas reclamos históricos del campo popular). En esta parte de la historia, que no pretendo analizar aquí en profundidad (por incapacidad intelectual y temporal) salieron a la escena política distintos actores sociales que, encuentran en la ciudad de Buenos Aires, su expresión más acabada.
Una ciudad que enfrenta cotidianamente a los más acérrimos defensores del modelo “nacional y popular” (enarbolados en sus estilos seissieteochistas)  con el prototipo de gorilón clase media que viene con la idea de “el gobierno no tiene oposición, entonces yo con mi voto voy a crearla o a permitir que el PRO la siga representando”.
Dicho escenario podría ser abordado desde distintas aristas. Pero yo prefiero recortar el campo en lo discursivo. La campaña para las elecciones del domingo tuvo un rasgo común a casi todos los candidatos. No hay propuestas! No hay modelo para esta ciudad! Mientras uno nos da la bienvenida el otro sólo pide el voto porque está alquilado con la “dama de honor”. Ah eso si! No nos olvidemos del tercero en discordia: mareado personalista entre en el (des)armado de sus listas, el frente progresista que nunca fue y las cámaras de los medios.
Ahora bien, como dije antes este escrito no pretende hacer un análisis exhaustivo de la cuestión. Es solo un descargo frente a la particularidad que vivimos quienes el domingo vamos ir a votar y no vamos a tener esa opción que tenga referencia en una construcción política desde las bases, desde abajo y que represente las complejidades (las debilidades también) pero sobre todo las potencialidades del campo popular.
Por eso, si bien reconozco que el voto no lo es todo también se que no es lo mismo que esté Macri a la cabeza de esta ciudad o que no lo esté. Se pueden elegir uno o mil motivos para NO dar lugar a su reelección. Desde sus procesamientos judiciales, hasta la UCEP metiendo palo a la gente que vive en las calles de la ciudad, hasta el desastre en los hospitales y escuelas públicas, etc. Hay cientos de argumentos para no hacerlo.
Pero hay uno que es, a mi juicio, el más importante. Para el campo popular no representa lo mismo que esté en la jefatura de gobierno Macri, que Filmus, que Solanas. Al gobierno de la ciudad así como está hoy no se le saca un tercer pliego para la construcción de un edificio para la facultad de Ciencias Sociales, ni planes sociales de ningún tipo, ni ninguna mesa de negociación salarial, ni tantos otros etcéteras.
Es cierto, a Mauricio Macri la gente no lo vota por ser de derecha, ni mucho menos por fascista. Lo votan porque le apunta a doña Rosa, te apunta a vos (?) que te sentís bienvenido, que en la foto de campaña te pone de espaldas y te dice  que “juntos venimos bien”.
De acá se desprende uno de los objetivos de este artículo. Si la gestión PRO ha sido por escándalo el peor mandato desde que la ciudad es autónoma, por qué hoy la intención de voto lo ubica a Macri como indiscutido ganador en las encuestas? Sobre todas las cuestiones, la que más prevalece o inclina la balanza es la razón discursiva. Al hecho histórico de ser una capital que le dio la espalda a las políticas peronistas, se le suma, a mi criterio, lo más trascendental: la cuestión discursiva! Mauricio (como le dicen los grandes medios), “va a estar bueno”, “juntos venimos bien”, y demás slogans son productos, al igual que su enunciador, propios de la publicidad. Son construcciones sociales. Lo que dice él lo puede decir cualquiera, “vos vecino de buenos aires”, “vos que pagás tus impuestos”, etc. Él vende un producto y algunos (o muchos) compran.
Por eso, quisiera cerrar estas líneas con la idea que fue fuente de inspiración y propósito. Mientras no tengamos referencia política desde la izquierda, pensada como un sujeto colectivo complejo, pluricultural, y representante de las ideas del campo popular y defensor de los derechos de los desoídos de siempre, votemos en contra de Mauricio Macri. No es lo mismo sino está y es muy grave si sigue estando. No sólo porque ni siquiera se cumplió su mito de “buen gestor” sino porque estaríamos comprando una vez más un producto digno de cualquier supermercado de barrio. Y para seguir comprando con los ojos ya tenemos demasiado, no?  

1 comentario:

smith dijo...

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