viernes, 24 de enero de 2014

Las sensaciones y la realidad


“Se va a terminar el relato del gobierno y lo que viene detrás de eso se llama crisis”. “La inseguridad es una sensación”. “Los 600 pesos son para los vagos de siempre”. “La sensación térmica tocó los 47.6”. “Cristina no habla de las cosas que le importa a la gente”.”Si liberan el dólar van a salir todos a comprar dólares”.
Frases como estas son moneda corriente por estos días. En verdad algunas tienen más actualidad que otras pero todas circulan naturalmente al menos en los medios de información, en la gente en las oficinas, y hasta en el comercio amigo del barrio. Puede que en algunos (y muchos) lugares ni sepan de estas frases o no tengan la misma connotación que le asignan quienes más las frecuentan, pero eso no importa porque justamente son eso: otros.
Discursos que despiertan algunas preguntas. ¿Quién y cómo se define la sensación térmica? ¿A alguien le importa? ¿Por qué tiene tanta legitimidad que hasta se la llama con onda como “la térmica”? ¿Y por qué vale hablar de sensaciones para la temperatura y no para la inseguridad? Pero entonces, ¿Cuándo lo que decimos es realidad y cuándo es relato? A quien les habla le parece que esta última pregunta lo resume todo. Es decir, el enorme desconocimiento acerca de que los discursos (del gobierno, de “la gente”, de la oposición, etc.) implican necesariamente posiciones de sujeto, atravesados por luchas de poder para ver quién instala cuál verdad y oculta tal otra, es sin lugar a dudas uno de los principales ejes que deberían cruzar de punta a punta el debate respecto a nuestra coyuntura. ¿Cómo puede ser que estemos viendo una imagen de unas manitos contando dólares durante 72 horas continuas? Por estos días, muchos andan repitiendo cientos de verdades que dicen saber como serían las soluciones a los problemas de nuestro suelo, de nuestra economía más precisamente. “El gobierno devalúa la moneda” Pero yo me pregunto, si es lo que le pide la derecha, ¿De qué se quejan? Acaso, ¿todo se resume en que como detestan al gobierno todo lo que hagan en la dirección que sea va a ser cuestionado?
No importa si sos K o nos sos K. Sería necio negar que el 2013 fue por lejos el peor año de lo que conocemos por kirchnermismo. Que por ejemplo problemáticas como las del transporte público o la crisis energética les explotó en las manos, que la inflación se ha incrementado profundamente, etc. Ahora bien, cabría preguntarse por qué la crítica que más peso tiene es la que responde a los intereses de un sequito de inescrupulosos que dicen saber como salir de esta, pero que son los mismos que llevaron el país a la ruina. Por qué no le pedimos al gobierno que no pague más la deuda más nefasta e ilegítima y con esa plata invertimos en educación y salud pública por ejemplo. ¿Por qué hay “gente” que dice que el país se va al tacho cuando al mirar “las manitos que cuentan dólares” ven que el precio de esa moneda maldita se va para arriba? Y lo que es peor aún, ¿Por qué no decimos lo mismo cuando desaparecen personas, o cuando el informe de la Corte Suprema acerca de los homicidios nos revela que el mayor número de casos se da entre personas de clases bajas y, aún más, que en su mayoría son casos que nunca llegan a resolverse? ¿Por qué el país no se va al tacho cuando Monsanto o la Barrick destruyen nuestro suelo para llevarse la plata a sus pagos, o cuando después de nacionalizar YPF viene Chevrón que se fue a las patadas de Ecuador por denuncias de contaminación ambiental, y que hasta están cuestionadas de repercutir en el cambio climático que acá llamamos “sensación térmica”?
En fin, está claro que el Gobierno Nacional tiene menos margen de maniobra, que la realidad está más compleja que nunca y que habrá que tener más cuidado que antes para saber desde dónde pararse para discutir estas cuestiones. Al menos, una certeza ya tenemos: la disputa por el sentido es y seguirá siendo una clave fundamental para no dejar de pensar que una sociedad más justa sea posible.

1 comentario:

Sabrina dijo...

El mayor sinsentido es creer que la dupla K anti K existe. Esta es una mas de las oposiciones amigo-enemigo creadas por los mismos que chupan la sangre de las venas que aún tiene abiertas América Latina desde tiempos ancestrales.

El problema no es del chancho sino del que lo alimenta. ¿Y si cerráramos el chorro y donamos sangre donde corresponde?

Por favor, no puedo dejar de preguntarme:

Cuando los K ya no esten a quién vamos a culpar?
Cuando Lilita ya no este quien denunciará algo; no importa qué?
Cuando el Grupo o el gordo dejen de medir en tv ¿Oh! quien podrá ayudarnos? Re-emitirán el chapulin? Ah, no, eso ya lo hace desde hace siglos otro canal.

Que aburrido y monótono resulta todo lo visible.

La térmica es el calor que sentimos cuando no corre viento en la superficie...

Necesitamos bocanadas de aire bien fresco que hagan de este barco algo vivible para todos y no solo para los mismos "poquitisimos" de siempre.

Ya sabemos que la humanidad no tiene limites a la hora de ser inhumana y fagocitar a sus propios hijos. Después no esperemos lavar nuestras culpas por no elegir hacer algo por nosotros mismos diciendo: "pero si yo tengo un amigo judío; o gay; o K; o antiK" o completen el lugar con el 'enemigo' de turno que les parezca.

Pensemos distinto y hagamos algo para llegar a acuerdos. No creamos que negando el conflicto, o la diferencia llegaremos a algún lado sano.

Y cómo dijo Francisco "no temamos a la tecnología" en fin...