martes, 29 de noviembre de 2011

La piel que habito

¿Por qué ahora todas las películas están basadas en hechos reales? ¿Hace falta que así sea para que uno las valore más? ¿Es acaso posible que así sea? Seguramente que en el mundo de lo percibido, hay mil historias, hechos, o simples momentos que pueden ser narrados, contados y llevados a la pantalla grande. Pero a mi resulta inverosímil que así suceda en la mayoría de los casos y que haya que apoyarse en ese hecho (fáctico) para valorar o no una película. 
Por eso yo celebro la última obra de Pedro Almodóvar. Porque es un retorno a la ficción. Que podrá gustar o no, eso no importa, de hecho todo lo que uno hace merece una crítica y está bien si no gusta. Pero yo rescato la manera de contar, de construir un relato que contenga: lo bizarro, lo perverso, lo estético y lo dramático en una misma obra. Como puede una misma escena hacerte reir en el preciso momento en que está por enseñarte el talón de aquiles de su historia, que encima contiene un alto grado de dramatismo. 
Ese mérito por el cual lo asimilo con Woody Allen, esos tipos que crearon su propio género. Uno ve los primeros tres planos de sus películas y ya saben quien dirige dicha obra. 

No quiero agregar muchos datos más porque quisiera que la vean y la podamos compartir y comentarla. A mi modo de ver, es una gran película, no sólo por sus altísimos recursos estéticos sino por lo que su argumento expone, o mejor dicho, lo que -a mi juicio - intenta plantear. Claro que esto va por mi cuenta y quizás estoy lejísimo de acercarme a las intenciones del director. Pero tengo el derecho de preguntarme: ¿Qué pensamos cuándo nos imaginamos la fatídica posibilidad de que algún ser querido o humano cualquiera sufra una violación o un abuso sexual? ¿Qué dice la sociedad ante estos casos? Y por otro lado, ¿Dónde nace el placer de los mortales?, ¿sólo basta con pertenecer (biológicamente) a uno u otro sexo?

Me parece que estos interrogantes alcanzan y sobran para valorar La piel que habito. Y si así no fuera, valdría la pena hacerlo tan solo por su excelente guión, sus actuaciones y la forma de construir la historia. Esa sensación extraña que a uno le queda cuando aparecen los títulos y uno piensa: "no hacía falta decir más nada, no quiero saber la reacción de esa madre".